Tenemos una nueva publicación.  

Te comunicamos la alegría de contar con una nueva publicación que puede ser de utilidad para tu grupo y también para los que quieren saber acerca de nuestro movimiento.

La publicación está impresa y la ofrecemos a quienes la necesiten.  Pero el blog nos da la posibilidad de darla a conocer de modo virtual.  Por eso aquí te la enviamos:

VIDA ASCENDENTE
La espiritualidad propia de los Adultos Mayores y de los Ancianos.

                                         

Contenido:
La espiritualidad propia de los Adultos Mayores
Un poco de historia
Vivimos una nueva realidad
No estamos en la cabina de comandos
Las posibilidades de esta etapa
La organización del Movimiento
Los grupos de Vida Ascendente
En qué nos ayuda pertenecer a un Movimiento

                                                  Aquí va.    ¡Buena lectura!



                                             VIDA ASCENDENTE
La espiritualidad propia de los Adultos Mayores y de los Ancianos.


Se nos llama jubilados o viejos, adultos mayores o abuelos.  Ningún nombre nos conforma porque no expresan lo que somos ni dicen lo que estamos viviendo.  Por eso preferimos explicar nuestra realidad desde la experiencia de nuestro Movimiento.
Somos todos más o menos bastante grandes, somos muy diferentes porque cada uno va envejeciendo como la vida se lo permite.  No hay un solo modelos de persona mayor ni de abuelos.  Esta etapa de la vida abarca muchos años, se puede ser abuelo siendo todavía relativamente jóvenes, también para algunos llega la jubilación cuando estamos aún muy activos.  Y antes y después… nos vamos haciendo viejos. 
Lo que importa es sentirnos agradecidos por este privilegio que muchos no han tenido, queremos seguir activos y en todo lo posible no depender del cuidado de los demás. La máquina de nuestro cuerpo tiene muchos años y se ha gastado, tenemos que cuidarla mucho más que antes y no podemos hacer lo que hacíamos en las etapas de actividad.
Tenemos roles diferente en la familia, en las Iglesias somos una realidad bien visible, recibimos de la sociedad civil las pensiones,  las jubilaciones y el cuidado de la salud.  En general se han multiplicado los servicios para adultos mayores porque esta etapa de la vida abarca más del 20% de la población.  La vida ahora es más duradera gracias a los progresos médicos que nos permiten gozar de mejor salud por más tiempo.
Antes la vejez era sinónimo de debilidad y enfermedad, eso no es tan válido en la actualidad.  Tampoco significa retirarse o excluirse de la vida familiar y social, hay mayores en diferentes emprendimientos y movimientos que les permiten seguir dando sentido a su vida.
Nuestro Movimiento precisamente se ocupa de hacer de esta etapa de la vida un período útil y fecundo para nosotros mismos y para los demás.  
                                                                                           Te invitamos a conocernos.








Un poco de historia
En Argentina , como en toda América Latina, el Consejo Episcopal Latinoaméricano  (CELAM)  promovió desde los años 80 la atención pastoral de los adultos mayores y ancianos, con encuentros regionales y material impreso como subsidios. 
En nuestro país teníamos en esos años los primeros grupos del movimiento VIDA ASCENDENTE que se reunían en la ciudad de Buenos Aires con la coordinación de la Hermana Amalia Fon Wulffen, y el asesoramiento del Padre Rodolfo Buffano, desde el Área de Adultos Mayores del Secretariado para la Familia.
Así se trabajó durante muchos años, siempre en el área de mayores, reuniendo a los delegados de diferentes diócesis y movimientos con frecuencia y  participando de encuentros nacionales y de los países de la región (Cono Sur).
El movimiento, conservando su identidad y sus estatutos, se integró siempre en la pastoral orgánica propuesta en cada diócesis, trabajó junto a otras instituciones que también se movían en el mundo del adulto mayor, aún en las que realizaban tareas asistenciales. 
Se formaron grupos de mayores en comunidades parroquiales de diferentes diócesis y su organización le permitió la comunicación entre los centros. Los encuentros y las publicaciones propias ayudaron a difundirlo, en los grupos se apuntaba a la evangelización integral del mundo de los mayores, al crecimiento espiritual de sus miembros y al compromiso con los demás.
El decreto de reconocimiento por el Consejo Pontificio para los Laicos de la asociación Vida Ascendente Internacional como asociación internacional privada de fieles laicos de Derecho Pontificio, nos dio entidad reconocida desde 1996 y nos obliga a regirnos según los estatutos.  En nuestro país algunas diócesis cuenta también con aprobación eclesiástica y sus propios estatutos.
El Episcopado Argentino en la reunión de San Antonio de Arredondo, en marzo del 2017, aprobó el documento “Hacia una pastoral familiar a la luz de Amoris Laetitia”,  donde promueve y alienta una específica pastoral para el acompañamiento, el cuidado y la integración de los adultos mayores y ancianos.
Nuestra historia como movimiento ha recorrido mucho en estas décadas, ahora puede ofrecerse como ayuda para acompañar en todas partes esta pastoral específica, que como aclara el documento no es “para los mayores” sino “de los propios mayores”, reconociendo su vitalidad, su capacidad y su voluntad de evangelizar y misionar.
Los Movimientos son una herramienta en la Pastoral de la Iglesia, no son la solución ni son únicos, pero aportan su trabajo organizado y constante, son la manera real de integrar al laicado,  son un regalo del Espíritu Santo que sopla en todas partes.  Más aún si se trata de Movimientos laicales aprobados por la Iglesia, como en nuestro caso.



Una nueva realidad
Se trata de darle sentido a la vida cuando está cargada de años. Poco a poco y después de ir pasando diferentes etapas de la vida, nuestra realidad se ha transformado.  Las personas mayores somos una parte muy grande de la población, somos cada vez más numerosos.
A nuestro alrededor también todas las situaciones han ido cambiando, se han transformado profundamente.  Hablamos ahora de globalización y no solo de los medios de comunicación, sino del cambio profundo de los valores y de nuestra manera de vivir.  Miramos el mundo de nuestros hijos y nietos y no lo podemos creer, en algunas cosas para bien y en otras para mal.
Nuestra sociedad dejó de vivir las cosas que eran necesarias, y se entusiasmó con el consumo ilimitado de todo lo que aparece.  El mundo laboral también cambió y también los estudios que preparaban para la vida profesional.  Hoy todo trabajo parece difícil de conseguir y de conservar, todo estudio no se sabe para qué servirá.
Nosotros miramos este mundo con la esperanza que nos da nuestra fe, conocemos el sentido que tiene nuestra vida y quisiéramos compartirlo.  Muchos amigos, mayores como nosotros, son creyentes de manera más general, podemos dialogar aún con los que se imaginan que no tienen fe, en todos palpita la misma verdad : estamos para amar y ser amados.
Los adultos mayores, a lo largo de nuestra larga vida, vivimos muchos cambios importantes.  Tuvimos hijos que fueron niños hasta que un día se volvieron hombres y mujeres grandes, padres y madres de familia.  Vivimos cambios en nuestra salud y en nuestra familia, en el barrio y en el trabajo.  No es solo ahora que las cosas cambian.  
Nuestra vida encontraba en la familia nuestro realizarnos como personas, dar la vida y hacer vivir a nuestros hijos, verlos crecer , integrarlos en la humanidad.  Pero a nuestra edad las cosas comienzan a ser diferentes, son nuestros hijos los que comienzan a tener que ocuparse de nosotros.  Y también el Estado, y la Seguridad Social, y los encargados de la Salud.  Ahora es la sociedad y la familia nuestra ayuda.










No estamos en la cabina de comando ni somos el capitán de nuestro barco.
Por la edad comprendemos que hay fragilidad en aumento en toda nuestra persona.  Nos sentimos más o menos relativamente jóvenes,  aún con bastante buena salud los achaques llegan con más frecuencia, y algunas discapacidad  nos llega.  Agradecemos si podemos mantenernos activos y deseamos no causar dificultades a los demás, pero la verdad es que necesitamos quien nos ayude y acompañe, muchas veces.
Lo que nos hace sufrir no son tanto nuestras articulaciones muy rígidas, ni nuestro oído limitado, lo que nos duele es en el fondo el orgullo, porque nos muestra que todos nos necesitamos, que no somos Dios todopoderoso… Nos tocó conducir muchas cosas de la vida y lo hicimos a fondo por muchos años, ahora tenemos nuestros límites.

Para muchos mayores la reacción es la queja, el lamento, y entonces comenzamos a sentirnos peor y a alimentar temores y a revivir nostalgias.  Este es el momento de abrir la ventana y agradecer que hay sol.  Somos la misma persona que recordamos con alegría y con sano orgullo, seguimos siendo los que hicimos una familia y tantas cosas, somos los mismos y lo seguiremos siendo. 
No nos habíamos dado cuenta que cada vez teníamos más años  y preferíamos tomarlo en broma, pero era un privilegio llegar a esta edad.  El tiempo que ahora tenemos debe ser ocupado en cosas tan serias como las que vivimos antes, la amistad no tiene edad y la disponibilidad para servir tampoco. Muchos necesitan que les trasmitamos lo que sabemos, lo que aprendimos, lo que vimos.
Tenemos un tesoro acumulado de sabiduría y experiencia que no podemos despreciar, solo lo puede tener el que ha vivido.  Las generaciones trasmiten una a otra sus valores, no hay pueblo sin historia,  no hay árbol sin raíces.  Quién somos para creer que con nosotros se terminó la historia, y despreciar lo que van a necesitar los que nos siguen. 
Nuestra vida nos hizo recomenzar muchas veces, nuevas experiencias, caminos desconocidos.  A nuestra edad de mayores también aparecen novedades, nuevas amistades, emprendimientos o voluntariados muy necesarios, posibilidad de aprender algo nuevo, organizar un grupo de algo, dejarnos sorprender con cada día.







Las posibilidades de esta etapa
En Vida Ascendente pensamos que las posibilidades de esta nueva realidad son muchas,  en su diversidad merecen ser compartidas.  La serenidad y el sabernos útiles no se construyen en la soledad, sirven si se comparten.  Pensamos que todas nuestras fragilidades pueden mejorarse si nos encontramos con los demás, la puesta en común y la solidaridad son imprescindibles.
El Evangelio invita a vivir unidos para ser creídos, y a reunirnos a orar para ser escuchados, la palabra iglesia significa reunión, encuentro, asamblea.  En nuestro Movimiento apreciamos lo que llamamos los carismas de esta etapa de la vida.  Los carismas son los dones de Dios que recibimos para compartir con los demás.
Por eso nuestras reuniones de grupo de Vida Ascendente son la expresión de esa alegría de poder encontrarnos, intercambiar nuestras vivencias, conocer de los demás y compartir los sentimientos de dolor o de alegría, ampliar nuestra mirada y extender el horizonte un poco más allá.  El movimiento necesita de la reunión, y cada uno la vive y la espera. 
Por eso es muy importante que alguien del grupo sea el animador de una reunión, es el que la prepara en todo lo que será necesario, y con los otros miembros ayudará para que se desarrolle con la participación de todos.  Disponibilidad para escuchar  y arte para lograr que todos puedan hablar y escucharse. 
El tiempo de la oración no es algo separado. Reunirnos en paz ya es por si solo una oración perfecta, los hermanos reunidos, en Señor está en medio nuestro.  Y en todo acudimos a la Palabra de Dios siempre presente, de modo que el Señor también nos habla con claridad.  Cuando la reunión es bien llevada se siente que estamos orando con lo que decimos o escuchamos.
Espiritualidad es sentir el Espíritu que vive en nosotros y en todo lo que hacemos, lo que decimos.  No se requiere necesariamente oraciones especiales,  todos oramos ese día por la reunión que tendremos,  y nuestro saludo fraterno es la mejor oración para recibirnos,  la reunión será ocasión para agradecer y compartir todo lo que estamos viviendo.










La organización del movimiento.
A nivel Internacional.   Está compuesta por un Comité Ejecutivo con representantes de distintos continentes que ejecutan las decisiones de la Asamblea General que se reúne cada cuatro años en distintos lugares del mundo:  
Representantes de los continentes forman el Comité Director que se reúne cada dos años con el Comité Ejecutivo para evaluar, proyectar los encuentros futuros, los temas que se tratarán una vez estudiadas las realidades de los adultos mayores.
Tanto el Comité Ejecutivo como el Director son elegidos en Asamblea General por un período de 4 años.  Esta Asamblea la componen los miembros Activos (que han sido admitidos a petición propia y aprobación eclesiástica) y que tienen derecho a voto; y miembros Asociados (que están en búsqueda de compartir sus experiencias con Vida Ascendente) participan en Asamblea pero con voto consultivo.
Esta Asamblea es la encargada de definir las orientaciones generales de VAI, y la elección de nuevas autoridades una vez cumplido el tiempo que estipula el Estatuto Internacional.  Vota el presupuesto, aprueba y fija las cotizaciones de cada país miembro.  Un asistente eclesiástico acompaña las diferentes instancias del Movimiento.
A nivel nacional.  En nuestro país la Coordinación Nacional tiene su sede en el lugar de residencia de la comisión elegida.  Está compuesta por miembros activos de todas las diócesis donde existe el movimiento.  Se eligen en Asamblea General que, según el Estatuto Nacional, se reúne cada tres años y es donde se definen las orientaciones generales.  El equipo coordinador está a cargo de un coordinador y un vice, quienes son los encargados de designar a los que los acompañaran en su gestión.  Tienen la posibilidad de una reelección por otro período.
Un Asesor eclesiástico apoya y acompaña el camino de la comisión.  Elabora las guías mensuales que orientan las reuniones de  espiritualidad, abarcando anualmente temas diferentes que interesan a los adultos mayores.
A nivel diocesano.  Cada diócesis donde existe el Movimiento, a través de una Asamblea Diocesana, elige su coordinador y su vice, quienes a su vez elegirán a su equipo de trabajo. Esta comisión se renueva cada dos años, con posibilidad de reelección.  Cada diócesis posee también su estatuto diocesano, aprobado por el Obispo diocesano.  Los dirigentes parroquiales son siempre los que a juicio del grupo sean ejemplos de vida, con actitud humilde y capacidad de diálogo.  Estos dirigentes parroquiales deberán contar con la aprobación de su párroco.






Los grupos de Vida Ascendente
El movimiento propone que sus miembros se reúnan en grupos, no muy numerosos para poder compartir y participar de las reflexiones sobre esta etapa de nuestra vida como mayores.  Un miembro hace de animador, prepara la reunión y colabora en su desarrollo para que todos puedan volcar sus inquietudes y participar. 
No hay un modelo de grupo o equipo, algunos se reúnen a partir de la amistad entre ellos, otros se reúnen por iniciativa de alguien que hizo la invitación y comenzó  los encuentros.  La diversidad es siempre una riqueza, todos los grupos son diferentes como somos diferentes todas las personas.
Preparar la reunión significa que alguien debe conducir el tiempo de intercambio fraterno, y también provocar un tiempo de reflexión sobre un tema que nos enriquezca. A un miembro se le encomienda preparar la reflexión espiritual, porque el movimiento es de fieles laicos y los animadores son los propios laicos. 
Los sacerdotes y las religiosas son más que bienvenidos a nuestras reuniones,  ellos también aportan su reflexión y su vivencias, su rol es de acompañamiento parroquial.  Los miembros del movimiento están integrados plenamente a la pastoral parroquial, a sus actividades y proyectos, colaborando y participando de todas sus actividades.
El éxito de una reunión de grupo depende del clima de amistad y confianza, la escucha respetuosa, la tolerancia y a veces la necesaria discreción.  En ese clima surgen las propuestas y los compromisos, se conocen todas las novedades  y se establece una verdadera comunicación.  Las reuniones resultan cortas, quedan las ganas de volver.
Los grupos suelen reunirse con frecuencias diferentes, algunos todas las semanas, otros cada quince días y otros de manera mensual.   Está en cada grupo buscar su propia forma, ver sus necesidades y sobre todo responder a lo que todos desean. Puede haber una reunión mensual con más espiritualidad y otra más de convivencia.
Los equipos procuran mantenerse en contacto con los que están enfermos o no pueden salir, para testimoniarles el apoyo de la amistad.  Puede haber ocasiones en las cuales los grupos se reúnen en casas de familia.  Y junto a las reuniones regulares también se pueden dar  salidas, retiros espirituales, o encuentros de distintos grupos.  









En qué nos ayuda pertenecer a un Movimiento
La necesidad de compartir y de sentirnos cerca de los demás la tuvimos toda la vida, pero ahora la sentimos más.  La soledad es frecuente entre los mayores y conlleva el riesgo de replegarse en uno mismo, de aislarse.   Tener una reunión con el grupo del movimiento nos propone compartir, encontrarnos y descubrir a los demás, y según nuestras posibilidades, nos ayuda a vivir las realidades de cada día.
También en la Iglesia puede darse el limitarse a lo personal, al individualismo, donde cada uno considera que ya sabe lo que tiene que hacer, cumple y se va. Cuando se cuenta con un movimiento el horizonte es más amplio, hay muchas hermanos que nos proponen diferentes miradas, hay un abrirse a lo que el Espíritu nos  hace ver, y el hecho de tener con quienes compartirlo nos permite dar una respuesta, tender una mano. 
No estamos hechos para estar solos, el mundo y la sociedad nos rodean, la familia y los vecinos, la gente que encontramos, el llamado por teléfono y el buscar el diario. Hay una tarea como mayores que no podemos hacerla solos.  Ahí está el lugar del grupo y del movimiento. 
Superar el autoexcluirse, la nostalgia vana, o el miedo al mundo nuevo. Al contrario, las personas mayores tomamos conciencia cada vez más clara del papel que aún tenemos en la familia y en la sociedad, y en la Iglesia.  Nuestras obligaciones no desaparecen, ni se detiene la vida, solo toman otra forma.  Seguimos siendo personas responsables.
Cada uno de nosotros, según su capacidad y sus medios, su disponibilidad y su salud, seguimos bregando por un mundo más humano,  basado en la justicia, el respeto de las personas, su dignidad, la lucha contra toda miseria y la solidaridad. 
El movimiento tiene la responsabilidad de que sus miembros tomen conciencia del papel que pueden y deben desempeñar, el compromiso personal al servicio de los demás y el despertar a la acción que aún se puede realizar.  Unir la experiencia y sabiduría que nos dio la vida, a la fuerza y la esperanza que aportan los jóvenes.










El Papa Francisco hoy.



El Papa Francisco hablando a la Academia por la Vida recomendó:

              "recuperar sensibilidad por las diversas edades de la vida, en particular las de los niños y ancianos.  Todo aquello que en ellas es delicado y frágil, vulnerable y corruptible, no es un asunto que deba concernir exclusivamente a la medicina y al bienestar.

Hay en juego partes del alma y de la sensibilidad humana que piden seer escuchadas y reconocidas, custodiadas y apreciadas, por los particulares y la comunidad.

Una sociedad en la que todo esto puede ser solo comprado y vendido, burocráticamente regulado y técnicamente predispuesto, es una sociedad que ya perdió el sentido de la vida  No la transmitirá a  los hijos pequeños, no lo reconocerá en los padres ancianos. 

Por eso, casi sin darnos cuenta, edificamos ciudadanos cada vez más hostiles para los niños y comunidades cada vez más inhóspitas para los ancianos."
                                                                

                                                              Carta del asesor


Queridos amigos de Vida Ascendente

Esta vez nos comunicamos para trasmitirnos lo que sentimos por el fallecimiento de Alicia Gutiérrez de Navarrete, de las pioneras del movimiento en Uruguay.  Su rica personalidad forjada a lo largo de una vida difícil, su constante preocupación por actualizarse y sobre todo, su nivel de compromiso con la fe, lo plasmó en su trabajo sin límite de esfuerzos  con los primeros grupos del movimiento en Montevideo. 
Recordamos su preocupación por la actualización de la Iglesia, su conocimiento del espíritu del Concilio Vaticano II  y más recientemente su identificación con el testimonio del Papa Francisco, y  con el Cardenal Daniel Sturla. En todos los temas manejaba una amplia información, actualizada y crítica, tenía el conocimiento de un laico adulto y formado. Era exigente y adelantaba los pasos que intuía, sin ser siempre acompañada, como era normal que sucediera.
Siempre miraba nuestro movimiento con las características propias de América Latina,  lo conocía en el nivel internacional sobre todo europeo, y había participado en muchos  encuentros.  Les hacía ver la incomprensión de nuestros problemas socio económicos y pregonaba la fe de nuestro pueblo fiel, pobre y alegre. Creció con el acompañamiento del Padre Manuel Olivera SJ, heredó su espíritu de lucha y supo conservarlo vivo.
Fueron muchos los años que Dios nos permitió trabajar desde las dos orillas del Río de la Plata, con mucha sintonía y una constante comunicación.  El movimiento conoció el crecimiento, grupos en diferentes parroquias y diócesis, se requería trabajo en equipo, descentralizado y abierto.  Los años también nos aportaron limitaciones, cuesta mucho reconocer la necesidad de recambio generacional, saber dar lugar a los demás.
Hoy necesitamos tomar el ejemplo que nos ha dejado y ofrecer la posta a los que están llegando a la edad de los adultos mayores, hombres y mujeres que acumulamos vida y que queremos transmitirla a los que nos siguen.  Llenos de agradecimiento por todo lo vivido,  convencidos que aún hay mucho para dar, pedimos a Dios el mismo espíritu de creatividad, de búsqueda y de trabajo que siempre valoramos en Alicia.

“Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque muera vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás”
                                                       Juan 11,25-26